domingo, 12 de septiembre de 2010

--- HISTORIAS DE PAPAS (10)

Bottles of Monte Xanic wineImage via Wikipedia
HISTORIAS DE PAPAS (10)
Y entre vino y vino se sirvió un par de platos más, porque su hambre histórica se imponía por sobre todo. Mientras tanto el vino comenzaba a hacer su efecto y la desinhibición empezó a soltarle más y más la lengua; inclusive llegó al punto de acordarse el mismo del malogrado asunto de la papa del medio día, el que hasta un rato antes le hacía cosquillas feas en la panza al recordarlo. Fue entonces cuando el mismo criollo que al medio día le había alcanzado el jarro de agua fresca, pidió a sus compañeros que no le diesen más vino. Pero ya era tarde.
Este criollo salió con el para acompañarlo hasta su pieza, porque se dio cuenta de que el solito no podría llegar hasta ella. Y al ver que el mareo del muchachito ya había alcanzado la dimensión de una descompostura machaza, lo llevó del brazo hasta el monte de eucalyptus que había detrás de las piezas, recomendándole:
     
- “Haga un esfuerzo y largue todo, amigo, así se va a sentir mejor!”

No hizo falta que el hombre le repitiese el consejo, porque ni bien se apoyó en un árbol y se inclinó, aspiró fuerte y todo el revoltijo que sentía en el estómago le empezó a subir y a salir casi solo, mientras su cabeza parecía darle vueltas en un remolino indetenible. Pero en medio de la borrachera, la primera de su vida, por instantes se mezclaba un chispazo de lucidez, recordándole que lo que le había hecho mal era el vino y no las papas al horno. Cómo le iban a hacer mal esas papas?  Si no fuse por el vino que había tomado, esas papas estaban por permitirle acostarse con la panza bien llena, quizá también por primera vez en su vida!
Sería entonces por eso, que al otro día el criollo que lo había acompañado a la arboleda a la noche, juraba que entre regurgitación y regurgitación, el muchachito había repetido como en un lamento:
     
- “...las papas nooo! ...las papas nooo!”
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continúa...
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