jueves, 12 de agosto de 2010

--- Contaba Mi Suegro

CONTABA MI SUEGRO
Al empezar estas historias, lo que primero me viene a la memoria es una vieja anécdota que contaba mi suegro, ocurrida en Las Lajas (provincia de Neuquén), donde se afincó por años luego de peregrinar como gendarme por parajes casi perdidos de la cordillera neuquina. Antes supo andar por El Huecú y por El Cholar y de allí se llevó “como recuerdo” a la que con el correr de los años pasó a ser mi suegra.
Mi suegro, quien tenía una agudeza especial para captar detalles de un instante como el de esta anécdota y una gracia especial para contarlos convertidos ya en jugosa historia, recordaba que un domingo a la tardecita estaba regando la huerta en su casita de Las Lajas, mientras los vecinos de una de las casas contiguas, bien criollos, indios(1) de la zona, estaban en la vereda tomando vino directamente del gollete de una damajuana. En eso pasó a caballo otro indio conocido, llamado Segundo Quilape. Este iba bien mamado, como corresponde en un domingo y ya medio tarde; pero en cuanto vio la damajuana pegó la vuelta y se les paró adelante.
Parece que allá es una cuestión de respeto y honor bajarse del caballo solo si a uno lo invitan a hacerlo. Pero los de la vereda no le daban charla ni lo invitaban a bajarse, porque eso automáticamente significaría menos vino para ellos. Y Quilape hacía caracolear el caballo delante de los otros y los otros ni lo miraban. Entonces mi suegro escuchó que Quilape, perdido por perdido, les gritó:

- “… Indios de mierda!!”

Gritó esto aparentemente con la intención de que dado el carácter de insulto de semejante frase, los otros lo invitasen a bajar a pelear. Y una vez en tierra, ya vería como se las arreglaría para recomponer la situación y prenderse a la damajuana. Pero los otros, nada; seguían inmutables. Quilape hizo amago de irse, aunque en otra caracoleada se les paró de nuevo enfrente y casi cayéndose del caballo, les espetó a dedo parado:

- “…y...y...no sirven ni pa’ una mierda!!”

Más vivos que Quilape, o a lo mejor menos en pedo, los otros seguían haciéndose los desentendidos sin darle pelota. Entonces Quilape, quemando su último cartucho para ver si le decían aunque más no fuese algo, se les volvió a parar adelante y medio atragantándose con las ”y”, les gritó:

- “...y...y...y...y…”

Pero no le salía nada, por más que estiraba las “…y…” en el aire, con los otros sin darle el menor pie para seguir. Hasta que al final terminó la frase de una forma que ya no tenía retorno, diciendo:


- “…y…y… me voy a la mierda!!”

Y con los otros cagándose de risa a carcajadas, Quilape se fue a todo galope, bamboleándose y sin caerse. Porque según mi suegro, es prácticamente imposible que un nativo de allá se caiga del caballo por estar mamado. Probablemente eso sea más virtud del caballo que del mamado; pues al menos en aquél entonces, los caballos de allá eran espectaculares por lo bien enseñados a andar de noche entre los cerros, regresando cada uno a su rancho sin que por el camino se les cayese su respectivo mamado.
---------- 0 ----------
(1) Dicho esto con todo afecto, porque entre otras cosas, hace como 40 años que convivo con sangre de esa.

No hay comentarios: